jueves, 27 de junio de 2013

Un engraje de letras


Hace unos meses fui con una de mis sobrinas al Museo PROHIBIDO NO TOCAR. A quienes no fueron, es muy divertido, le permite a los pibes jugar y saber por qué sucede lo que sucede. Cuando llegamos a la parte de armar tu propia polea, levantar un peso corriendo el punto de apoyo, le saqué una foto al cartel que explica el proceso de engranaje. Quienes me conocen, saben que engrano. Quienes más me conocen saben que descubrimientos de este tipo, ponen mis engranajes a funcionar, y me agarra una voragine de pensamiento que me pone a analizar lo que acabo de leer, el mecanismo pensado en términos de lugares, los lugares que hacen posible el movimiento, el engranaje, la falta, porque hay un lugar vacío donde puede apuntalar, es que el engranaje se pone en movimiento. Engrano en la falta del otro, no por la falta del otro.
¿Por qué los psicoanalistas para dar cuenta de la eficacia del psicoanálisis no cuentan sus propios análisis en vez del de sus analizantes? ¿Eso solo lo cuentan entre analistas? ¿No se puede dar cuenta de la eficacia del psicoanálisis con el análisis propio? Antes de escuchar el cuestionamiento al positivismo, no había criticado los historiales clínicos, publiqué hace cinco años un texto en una revista de psicoanálisis, que duró poco tiempo, y se llamó Letrafonía, en el que hacía referencia a una sesión para dar cuenta de mi eficacia y de la eficacia de Davoine en lo que decía en su libro. La lectura de literatura, el contacto con otras culturas, me permitieron saber que el psicoanálisis no es el único que le presta atención al poder de las palabras. Eso es algo que Davoine señala. Volviendo a las prácticas médicas, las presentaciones de enfermos siempre me parecieron obscenas. ¿Qué es esto de darle el gusto a los que tienen ganas de ver padecer?
¿Por qué para dar cuenta del posicionamiento de un sujeto en el discurso y su relación con el lenguaje, algunos dan cuenta de su propia práctica analítica? Para dar prueba, es el discurso de la ciencia. Si hay algunos que hasta para mostrar que todo no saben, publican historias en que la persona se va y abandona el dispositivo, y ellos te cuentan por qué lo hizo, qué fue lo que dijo para que ello sucediera, saben hasta lo que el otro no le dijo. Pero estos temas son difíciles de hablar entre los psicoanalistas, porque les cuesta tomar posición. En los espacios de los psicoanalistas impera el no. Cualquier estudiante de psicología sabe lo que un psicoanalista no puede hacer, puede escribir una lista larguísima de cosas. Cuando le preguntás a la mayoría de los psicoanalistas qué tienen que hacer, te contestan caso por caso. Y si le preguntás si aún en el caso por caso saben qué tiene que hacer, te contestan, depende, de si es una neurosis o una psicosis, una histérica o un neurótico obsesivo. Están convencidos que se trata de saber, de que se trata de saber algo. ¿El analista está ahí para saber? El que está ahí para saber es analizante.

Como la mayoría de la poblacíon, los psi leen poco. El gusto por la cosa rápida que señaló Lacan, parece que persiste. La escuela que sea y te contestan lo que les preguntes sobre el discurso capitalista y la dialéctica del amo y el esclavo. La mayoría lee a Lacan y no a Marx, en la facultad nos daban Kojeve y no Hegel. Algunos creen que la dialéctica se trata de un ida y vuelta, pero te citan el reverso, la subversión, la dialéctica del sujeto. ¿Dónde habita el sujeto? Contestan los lacanianos juntos: en el lenguaje. ¿En el lenguaje? ¿Dónde? El entre no es en. Uno es un ser del lenguaje, no lo digo porque seamos en el lenguaje, sino que somos seres del lenguaje porque somos de él, nos tiene atrapados. Creo que somos donde dejamos el lenguaje, ahí podemos tener esas experiencias de plenitud, donde la letra no corta, uno puede hacer uno, un todo. El sujeto no es dijo Lacan y lo comparto. El arte, como otras experiencias, posibilita hacer uno. La obra es una. Esos tiempos de éxtasis, de plenitud, de completud, que no se pueden nombrar, que no hay palabras. ¿Suceden dentro del lenguaje? ¿Es la obra una inscripción inacabada de ese tiempo? La obra de arte es un recorte del momento.
Estoy leyendo una biografía de una persona que dice haber habitado la locura. Recomiendo lean "Viaje a través de la locura", de M. Barnes y J.Berkle, ahora estoy con "Diario de un esquizofrenico", título de médicos que le pusieron al libro de Gregory Stefan "In search of sanity", en busca de la cordura. Fíjense ya cómo el que perdió la cordura es un enfermo, en este caso, esquizofrénico. En unas jornadas de salud mental, escuché a un compañero sobreviviente de un manicomio, así se nombró, decir que lo peor de la locura es que te dejaba detenido. Y me pregunto ¿Dónde? ¿Fuera del lenguaje? ¿Una existencia fuera del lenguaje? Una existencia fuera del lenguaje no podemos negar, porque si la palabra medio dice, hay algo que deja afuera, que no podemos suponer que porque está afuera no existe. Considero que la locura es una necesidad lógica del lenguaje. En tanto la palabra no puedo nombrar todo, algo queda por fuera del lenguaje. Y siguiendo a Wittgenstein, lo que no se puede decir se muestra. ¿Será por ello que los bebés señalan? Wittgenstein, que por si alguno no sabe, escribió su Tractutus Logico-Philosophicus en la trincheras de la primera guerra mundial, que escribía mientras caían las bombas, habitó la locura. Wittegenstein escribió que la herramienta del lenguaje se puede romper, con lo imposible de nombrar. Un imposible que no es inhibición, no es represión, sino que no hay palabra que pueda nombrarlo. Y aunque no se lo nombre, ahí está. Ocupa un lugar, así no sea en el lenguaje. Y esa presencia, aunque no se la nombre, está presente, se transmite, el criado con lo innombrable puede criar con ello. ¿La guerra es un conflicto familiar? Lo que después se muestra en las familias, es parte de una historia que excede la historia familiar. Estoy convencido que los índices de violencia intrafamiliar que tiene España son los efectos de la guerra civil española. El enemigo interno no fue ni el anarquismo, ni el troskismo, ni el stanilismo, fue el hermano, el primo, el padre, el tío, el abuelo, madres enterrando hijos matados por el vecino, por un primo, por su hermano, madres enterrando hijos matados por sus propios hijos. España de eso todavía no habló.
Comparto lo dicho por Davoine en su libro "La locura Wittgenstein", en el que novela su práctica introduciendo a Wittgenstein como un personaje con el que dialoga, en el que dice que "uno no elige la boca con la que grita su dolor". Que a veces el analista puede ponerle nombre a eso que al otro le es imposible de nombrar. Una obra de arte también puede hacerlo. Hace poco escuchamos a un ex combatiente de Malvinas llamar por teléfono a una radio porteña, para agradecerle al ex cantante de Los Piojos, por una canción sobre Malvinas que había hecho. Para Davoine en la práctica con sujetos que viven traumas o la locura, se trata de hacer un psicoanálisis al revés, el objetivo es la represión, para que una vez que se inscriba, esto quiere decir, que el sujeto pueda comenzar a hablar de lo que pasó, la maquinaria comienza a funcionar nuevamente, esa palabra, significante, esa letra que se inscribe funciona como un engranaje que pone otra vez el tiempo en movimiento. Una vez inscrito, no retorna por la ventana, porque adentro tiene un lugar. No es lo mismo un síntoma. Lo no inscrito simbólicamente no puede ser reprimido.

"Aquel día estaba completamente seguro de encontrarme, finalmente, frente a la posibilidad de contarlo TODO, de golpe, sin interrupción.  Pero ¿Qué es TODO?; ¿qué fue TODO en aquellos dos meses de guerra? Y al fin de cuentas ¿qué puede hacer la palabra con TODO? : trazar límites, dejar fuera e incluir, conservar y perder, elegir, brillar a costa de infidelidades, callar cuando todo empieza, hablar cuando todo calla... Recuerdo a Barthés, que hace treinta años resumió tan hermosamente lo que tiene entre manos un escritor moderno si quiere reflejar la terrible diversidad de su mundo: "una lengua espléndida y muerta".(Daniel Terzano. 5000 Adioses a Puerto Argentino. pp.14-17 Ed. Galerna)"." 

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