lunes, 27 de mayo de 2013

Talleres desprotegidos del Borda


La brutal represión llevada adelante por el gobierno de la ciudad no autónoma de Buenos Aires en el Borda, no debe hacernos perder de vista que la represión en los manicomios continúa, como en toda institución cerrada, y que lejos de hacer honor al nombre, el espacio cerrado por el macrismo era un taller desprotegido. Los llamados “talleres protegidos” son espacios donde se hace trabajar a los encerrados a cambio de un peculio y no de un salario, y en las tareas que le son funcionales al gobierno de turno. Este es un claro ejemplo de que la corporación sindical y profesional del Borda, lejos de pensar a los internados como iguales, los piensan como distintos, deficitarios, en menos, ya que si en dichos talleres los internos trabajan. ¿Por qué no tienen los mismos derechos que cualquier trabajador?
Los internos de los manicomios, como los presos, reciben un peculio por el trabajo que realizan, tal como establece la normativa vigente y como puede leerse en la “Guía de procedimientos” elaborada por la Dirección de Salud Mental de la ciudad. Entonces nos preguntamos ¿Cuál es la protección que reciben por el trabajo que realizan? ¿Por qué las asociaciones sindicales, que debería defender los derechos de los trabajadores, no piden que los internos, que producen bienes que serán utilizados por el estado porteño, cobren un salario? ¿O no es trabajar reparar el mobiliario de la ciudad y evitar que se le pague a otro trabajador por realizar las mismas tareas? La Ley de Talleres Protegidos Nº 995, de la C.noA.B.A, establece que las acciones que ahí se realicen, “se dirigen a promover el desarrollo de capacidades útiles”, y nos preguntamos útiles para quién, en función de lo que la misma normativa establece en su artículo 3: “Ratificar e impulsar las condiciones de organización y funcionamiento de talleres existentes y futuros vinculados a costurería, industrialización de la chapa, herrería, carpintería, imprenta, bancos y máquinas, confección industrial y tejido a máquina, pintura, lustre, tapicería, armado y expedición, electricidad, gas, reparaciones edilicias, mecánica, termo electromecánica, entre otros.
Que existan “talleres protegidos” en manicomios estatales, demuestra la desprotección que padecen los internos, ya que si el Estado monta tremendas estructuras, es porque ahí van a pasar mucho más tiempo del que correspondería a una internación tras una crisis (no más de un mes) según lo establecido por las distintas organizaciones internacionales de la salud. Encima de que los encerrados están por pobres, y no por razones de salud, se los condena a un peculio que les imposibilita la autonomía económica necesaria para subsistir fuera del manicomio. Y de esto las corporaciones sindicales y profesionales, nada dicen. Seguro las volveremos a ver manifestarse por la falta de gas, una vez que entremos en el invierno o quizá nos sorprenden y hacen un paro para pedir cumplimiento efectivo de la Ley 448 de Salud Mental porteña.
Es importante difundir la dificultad que encuentran para conseguir trabajo quienes estuvieron internados en manicomios o se encuentran bajo atención psiquiátrica, y la necesidad de militar para generar espacios donde puedan realizar verdaderas tareas laborales, y así terminar de una vez por todas, con la canallada de la laborterapia. Ya Alejandra Pizarnik nos habló de esto, en su poema “Sala de Psicopatología” tras su paso por el Hospital Pirovano:
            “cuando pienso en laborterapia me arrancaría los ojos en una casa en ruinas y me los comería pensando en mis años de escritura continua,
            15 o 20 horas escribiendo sin cesar, aguzada por el demonio de las analogías, tratando de configurar mi atroz materia verbal errante
(…)
finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de
buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!)
(Subrayado mío) me podrán ayudar,
pero a veces - a menudo- los recontraputeo desde mis sombras ínteriores que estos mediquillitos jamás sabrán conocer (la profundidad, cuanto más profunda, más indecible)(…)”


1 comentario:

  1. puede resultar irrelevante pero el "peculio" hace referencia a los bienes que el fater otorgaba a un miembro de la casa para que se administre. Claro que, el fater era el único ciudadano independiente, bajo cuyo control estaban todos los bienes y todas las personas. Un concepto arcaico funcional para una estructura social arcaica.Pagar un "salario" miserable ( y perdón si exagero) sería inclusive más digno porque al menos impliaría un compromiso contractual entre partes. Por otra parte y por lo mismo: ¿Protegido?.Qué siniestra aceptación de un lado y del otro del muro. O mejor dicho:¿será que son los roles que se aceptan el verdadero muro?
    SILVIA JACOBI

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