viernes, 17 de mayo de 2013

La importancia de los Municipios en la desmanicomialización


La desmanicomialización no se trata solo de liberar a los que habitan bajo el techo del manicomio, sino también de no mandar personas a lo inmundo. Sabemos que los psiquiátricos son lugares inmundos. En este sentido, es importantísimo el aporte que desde los servicios de atención primara de la salud de distintos municipios llevan adelante, evitando nuevas internaciones y reinternaciones. Puedo dar cuenta de esto a partir de mi experiencia en el Municipio de Moreno, desde donde a partir de un acuerdo con Open Door, se comenzó a atender en el municipio a quienes en ese manicomio estuvieron internados y precisaban continuar el tratamiento por consultorios externos. Esto no sólo generó que en Moreno se garantizara el derecho al acceso a la salud y la medicación necesaria, sino que nos confrontó con situaciones que desde el Municipio no se habían vivido anteriormente. El acuerdo con Open Door tuvo también como efecto la adquisición de una casa en Moreno para que vivan personas externadas de Open Door. Ojalá sea para algunos una casa entre dos lugares en el camino, quizá para otros no lo sea y esa sea su casa de por vida, no lo sabemos. Por eso no comparto el término "medio camino", porque con el apellido "medio camino" muchas veces se justifican apuros, expulsiones.

Como sabemos, cualquier movimiento genera resistencia, es una cuestión física. No fue fácil, tampoco imposible, la instalación de la casa para los compañeros externados, ya que en el barrio se organizaron un grupo de vecinos para manifestar que no querían a los locos cerca. Los efectos del discurso de la peligrosidad del loco. Supieron de esto también en la ciudad no autónoma de Buenos Aires cuando quisieron instalar en Flores la casa para atención a usuarios de paco.

En el cuarto año de la creación de los Acompañantes Comunitarios en Salud Mental, luego del primer PATAS ARRIBA, vino mi hermano brasilero Rafael Wolski de Olivera a Moreno, en el último día del curso de capacitación de Acompañantes Comunitarios en Salud Mental. Estábamos en cierre y le pedimos a las compañeras que compartieran su experiencia. La presencia de Rafa hizo que funcionara como tercero al que contarle lo que no sabe, hicieron balances, y con Martín Taramasco, que coordinaba el equipo, nos quedamos pasmados al escuchar los procesos que habían atravesado quienes participaron de la capacitación. Una compañera, que se puso junto con otras al frente del armado de una cooperativa de acompañamiento, nos contó que dentro del proceso del PATAS ARRIBA fue la primera vez que cortó una calle, que ella siempre se había opuesto a los que cortaban la calle, y mientras caminaba por las calles de Moreno, sentía que lo tenía que hacer porque debían hacerse escuchar los invisibilsados. Nos contó que ella había estado entre quienes organizaron la junta de firmas, para no instalar la casa de externación, en el almacén del barrio. Nos contó que hacía poco tiempo, en ese mismo almacén, se encontró con una de sus compañeras en la juntada de firmas, que le preguntó "qué hacés con el loco", y ella le contestó "yo soy acompañante comunitaria y él está trabajando en el almacén". El mismo almacén que servía para organizar el repudio a la instalación de la casa, le dio un lugar a uno de los recién regresados, de donde nunca debieron haberse ido.

Nos encontramos también con la resistencia de nuestros compañeros de Salud Mental de Moreno, ante esta nueva invención de los ACSM. El primer día que arranco a trabajar en Moreno, me lleva en auto Roberto Gutman, me invita a participar del equipo, lo que acepté, pero yo tenía prejuicio sobre los efectos de las intervenciones de no profesionales. Lo dije en la nota que publiqué en Página/12 en el 2007. Un proceso de desmanicomialización, de desintitucionalización, implica cuestionar lo instituido, los modos de la relación profesional, paciente, de reconocer que solo la puesta en cuestión de nuestras prácticas posibilitará la desmanicomialización deseada. Nos enfrentamos con resistencias para lograr internaciones en hospitales generales y las resistencias son de los profesionales. Sabemos que esto es así. ¿Cómo superamos esa resistencia?

Para poder debatir sobre estos asuntos, es necesario que el sector público se haga escuchar, porque hay muchos compañeros trabajando a lo largo y ancho de la Argentina, con prácticas que combaten la segregación, la estigmatización, que propician la accesibilidad cercana al sistema de salud público, que es al que acceden las personas que se encuentran encerradas en nuestros manicomios. Sabemos que ahí están por pobres, no por locos, ni locas. Atención en salud mental en el servicio de atención primaria de la salud, evita nuevas internaciones. La atención en Moreno de quienes habían estado en Open Door no sólo provocó reinternaciones en un 5%, sino que una considerable baja en la toma de las mismas, por la adherencia al tratamiento. Fue importantísimo el trabajo de nuestras compañeras administrativas, que son las que ponen el cuerpo y responden cuando los ciudadanos van a demandar, con sus distintos modos.

Está muy bien demandar lo que falta, pero no podemos negar lo que sucede. Y lo que sucede es que en distintos lugares de la Argentina se trabaja muy bien, en dirección a la desmanicomialización, desde programas municipales, provinciales, en la justicia, y esto es preciso contarlo, porque nos permite decir cómo es que consideramos que se puede llevar a cabo la desmanicomialización, porque hoy se está haciendo. Estados kirchneristas, como el Municipio de Moreno, el de Morón, que hoy llevan adelante procesos de desmanicomialización. Coordinadores Regionales Sanitarios que promueven la desmanicomialización y promueven y fortalecen la construcción de redes desde el sistema público de salud. Programas provinciales como el PREA del Hospital Estevez, los Acompañantes Comunitarios de General Pico La Pampa, el trabajo llevado adelante por Jorge Pellegrini en San Luis, que pareciera que porque hace política partidaria, algunos se olvidan del valor de cerrar un manicomio. Tenemos la experiencia de Río Negro, y tenemos ocho provincias sin manicomios, lo que quiere decir, que sin manicomios se puede vivir, no podemos pensar que tenemos ocho provincias donde no habita la locura, sino que tenemos ocho provincias donde a la locura se le da un lugar, que no es el del encierro.

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