viernes, 26 de abril de 2013

Suppa aporta al debate


Compartimos un artículo escrito por nuestro querido Suppa, alias, Juan Manuel Suppa Atman,

Sobre la represión en el Borda, la defensa del manicomio y el negocio inmobiliario

(Buenos Aires) La semana cierra con gases y humos y palazos. La Policía Metropolitana reprime en el Hospital Borda para garantizar la prosecución de las obras de derrumbe de los edificios del manicomio donde hasta ahora funcionaron los talleres. Los gases, los humos y los palazos cubren las espaldas de los empresarios que están montados sobre el negocio de revalorización de la zona sur. El Centro Cívico que va a erigirse sobre los ruinas del emblemático manicomio es la continuidad del diseño urbano de la Corporación Puerto Madero y de la Corporación Sur, es decir, la tan temida continuidad menemista.


Que el macrismo es la expresión cruda y visceral del sentido común conservador, no es novedad ni puede sorprender a nadie. Para el sentido común conservador reprimir siempre que sea por una buena causa, como es el negocio inmobiliario, está bien y es un derecho del Estado. Por eso no hay sorpresa: Macri reprime, y ni Clarín ni La Nación ni los caceroleros le van a decir nada, porque reprime contra la dictadura K.
Es este contexto es más interesante comprender cuál es el papel que jugó el kirchnerismo porteño. En una amplia mayoría, las organizaciones populares oficialistas, por reflejo y salud, salieron a la defensa del Borda. Por otra parte, en el Palacio Legislativo, el Frente para la Victoria ha sido por lo menos concesivo con la política de planificación urbana y negociados que capitanea el PRO.
Con respecto a la defensa del Borda, valdría la pena un debate. El Borda es el paradigma del modelo manicomial, que restringe los derechos de los usuarios y que es el caldo de cultivo para tratamientos iatrogénicos y violaciones a los derechos humanos. El manicomio y los pequeños manicomios privados que el estado sustenta con subsidios, se comen la gran porción de los recursos destinados a salud mental. El resultado es que la internación es el recurso casi excluyente para atender las demandas en salud mental. Irónicamente, o no tanto, la mayoría de los hospitales generales de la ciudad no cuentan con camas de internación para salud mental. Entonces el dilema es internaciones o nada y a veces ni siquiera hay dilema, simplemente es nada.
Por su parte muchas de las organizaciones del campo de la salud mental han decidido abstenerse en la lucha que dan las organizaciones populares y los trabajadores del hospital considerando que son los representantes del monovalente. Es una posición errada que no comprende los matices ni contempla que lo que entienden muchos compañeros es que se ataca la salud pública y que corresponde defenderla. Ahora, con los policías macristas en las puertas, se ven en la incómoda situación de preguntarse de qué lado han quedado.
Lamentablemente las situaciones son así de complejas y no todo es blanco y negro. Es posible que lo mejor sea un reacomodamiento en el que muchos militantes de una salud mental comunitaria abracen la defensa del Borda no como la defensa del Manicomio sino como la defensa de lo público frente a lo privado. Nada gana la salud mental comunitaria con el negocio inmobiliario y el abandono o traslado a clínicas privadas de los pacientes del Borda. Por otra parte, elevando la calidad del reclamo, las organizaciones populares y los trabajadores que abrazan al Borda podrían reclamar más recursos intermedios como casas de medio camino, apertura de servicios de salud mental en hospitales generales, becas y toda la diversidad de efectores que  garanticen los derechos que proclama la Ley de Salud Mental.
El manicomio no es un monstruo solitario, es el depositario de todo un sistema que tiene a depositar a los locos y los indeseables en lugares como las cárceles o los manicomios. Si el manicomio existe es porque existe la sociedad y el estado a los que le conviene, por eso la desaparición del manicomio tiene que nacer consciente desde esa sociedad y ese estado y no con las topadoras de las empresas constructoras.
Finalmente queda para las instancias de representación parlamentaria de la oposición en la ciudad estar a la altura de las circunstancias y de sus propias bases. En su cabeza está la responsabilidad de articular un proyecto alternativo al macrismo. Denunciar la represión pero engendrar sus causas es un paso atrás.
Sup!

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